top of page
Foto del escritorAlex Ocampo

EL MITO DE QUE BAJAR LOS IMPUESTOS A LAS EMPRESAS BENEFICIA A LOS RICOS Y PERJUDICA A LOS POBRES. 2d

Una de las cosas cuando se piensa en empresarios, son gente adinerada que se la pasa poco tiempo trabajando, mantienen en cócteles y siempre están buscando exprimir al máximo a sus empleados. Algunos colectivos de izquierda y movimientos anti capitalistas han vendido esta caricaturización del empresario, la cual por desgracia ha sido ampliamente aceptada por las personas. Tristemente podemos observar como se ve al empresario como un parásito y no como lo que es: un creador de valor y no un captador de valor.


Cuando se plantea bajar impuestos a los empresarios se relaciona con bajarle impuesto a los malvados ricos haciéndolos cada vez más ricos, mientras dejan de aportar recursos al Estado para ayudar a los más necesitados.


Todo eso suena muy lógico y coherente si uno tiene esa visión del empresario como un millonario avaro, el cual ha obtenido el dinero empobreciendo a otros. Por lo tanto tiene una deuda con la sociedad que debe pagar a través de impuestos para que este dinero vaya a ayudar a los más pobres, quienes han sido víctimas de ese modelo económico capitalista. Sin embargo, la realidad es otra: ser empresario o emprendedor no es sinónimo de ser rico, ni de siempre ganar dinero (como explique en la primera parte de este artículo).


Miremos primero como están divididas las empresas en Colombia, el 94,7 % son microempresas, 4,9% son pequeñas y medianas empresas y tan solamente menos del 1% son grandes empresas.


Por lo tanto al bajar impuestos a las empresas son las microempresas, quienes son la inmensa mayoría en el país. Con ello estamos ayudando a los más necesitados, quienes son esos empresarios y trabajadores de microempresas. Por ejemplo el dueño del restaurante de corrientazos (almuerzos low cost para los lectores no Colombianos) al que iba almorzar porque no me daba tiempo de ir a mi casa a comer por el horario del trabajo, el cual atiende, maneja la caja registradora y cocina, es un empresario, y para nada es un rico de clase alta que se la pasa en el club jugando tenis y por la noche tomando whisky en los mejores lugares de la ciudad.


Ejemplos como el anterior hay muchos y esos son el 94% de los empresarios del país, que son los primeros en ir al negocio y los últimos en irse, que trabajan 16 horas al día muchas veces, que muchas ocasiones les toca recurrir a préstamos en el mercado negro con altos intereses para mantener su empresa a flote, que deben sacar dinero de cualquier parte para pagar nóminas y proveedores.

Ahora miremos un dato más triste sobre las Mipymes (micro, pequeñas medianas y grandes empresas): el 45% de las Mipymes no sobreviven a más de 2 años en América latina. En Colombia el promedio de vida de ellas es de 3 años. Eso nos dice lo poco que dura un empresario con su negocio, con una vida útil de 3 años es muy difícil hacerse millonario, por el contrario es muy posible terminar con muchas deudas tras la muerte de su empresa.

Una reducción de impuestos a las empresas permitiría darles un respiro a esos empresarios de microempresas como puede ser el dueño de una ferretería, puesto de comidas rápidas, librerías, etc. Con el dinero que se ahorren en impuestos pueden dedicarlos a mantener sus empresas en funcionamiento un mayor tiempo e inclusive a crecer y pasar a ser pequeña, mediana o hasta gran empresa.


Gracias a esa odio que nos han infundado hacia el empresario, hacia ese creador de riqueza por parte de colectivos mal intencionados, sobre todo de políticos y personas que han vivido de la teta del estado toda su vida, que nunca han creado un empleo, que no saben que es madrugar a abrir un negocio, quedarse de último a cerrar, que no saben que es pagar nominas ni a proveedores, gestionar capital, recurrir a créditos para mantener un negocio a flote, son los que más satanizan la función del empresario.


Ese odio es combinado con la envidia dando a lugar un peligroso cóctel de rechazo hacia los empresarios, como dice una historia muy común, somos capaces de pedir que nos quiten un ojo si al vecino le quitan los dos, algo muy cierto en Colombia y en Latino américa en general. Se puede llegar a tal extremo que con tal de perjudicar a los grandes empresarios (que son pocos), no les importa cargarse a los pequeños empresarios (la mayoría).


El fanatismo de este grupo de gente que ha logrado envenenar a los ciudadanos contra los verdaderos héroes: los empresarios, son ellos quienes arriesgan su capital para generar puestos de trabajo y ofrecer productos y servicios que son demandados por los ciudadanos.


Ellos creen que ser empresario es muy fácil, ya que nunca han hecho empresa y piensan que es una labor sencilla. Antes de criticar y desear ahorcar a los empresarios con más impuestos, sería bueno ponernos en los zapatos de ellos.


Referencias Bibliográficas



313 visualizaciones0 comentarios

Comentarios


bottom of page